A pesar de este movimiento ininterrumpido y milenario de personas de un lugar a otro, y a pesar de los avances en materia de derechos y protección, las personas migrantes todavía enfrentan numerosos obstáculos para encontrar trabajo debido a su condición de migrantes, la falta de una red de seguridad cercana y la persistencia de actitudes racistas y discriminación en la sociedad, ya sea de forma directa o indirecta.

La migración es una acción inherente al ser humano. Desde que se tiene memoria, las personas siempre han buscado un lugar donde cubrir sus necesidades básicas, y España, al igual que muchos otros países, ha experimentado un flujo constante de migrantes en busca de una vida mejor y oportunidades laborales por parte de personas de todo el mundo, especialmente de África. A pesar de este movimiento ininterrumpido y milenario de personas de un lugar a otro, y a pesar de los avances en materia de derechos y protección, las personas migrantes todavía enfrentan numerosos obstáculos para encontrar trabajo debido a su condición de migrantes, la falta de una red de seguridad cercana y la persistencia de actitudes racistas y discriminación en la sociedad, ya sea de forma directa o indirecta.

En la actualidad, la población nacida en el extranjero representa alrededor de 6,7 millones de personas en España, es decir, aproximadamente el 14,3% de la población total, y la gran mayoría de personas de este grupo, casi el 80%, están en edad de trabajar. Estas cifras indican algo muy claro: las personas que vienen a España lo hacen para trabajar. Sin embargo, haber puesto en riesgo su vida, tener edad de trabajar, estar capacitado y tener voluntad de hacerlo no les garantiza poder acceder a un lugar de trabajo, puesto que las personas migrantes se encuentran con otras dificultades. Su situación laboral se caracteriza por la dificultad adicional que enfrentan al intentar ingresar al mercado laboral. A menudo se encuentran con barreras como el reconocimiento de sus títulos y experiencia laboral, la falta de dominio del idioma o la falta de conexiones y contactos en el país.

Estas barreras pueden convertirse en obstáculos insuperables que dificultan su inserción laboral y limitan sus posibilidades de desarrollo personal y profesional, prolongando su proceso de adaptación, que ya de por sí es complicado, al país al que han ido a vivir. Las cifras hablan por sí solas: mientras que solo el 17% de la población activa son extranjeros, su tasa de desempleo es mucho mayor que la de los nacidos en España: 1 de cada 4 desempleados en España es migrante. La disparidad entre los índices de desocupación refleja de manera evidente la limitada integración laboral de la población extranjera. También cabe señalar que la falta de estudios tampoco es la barrera que deben superar las personas migrantes, ya que los datos oficiales reflejan que, incluso cuando nos centramos en trabajadores con el mismo nivel de formación, la presencia de extranjeros tiende a ser más destacada en los niveles de trabajo de cualificación más bajos, lo cual puede indicar un problema generalizado de sobrecualificación de estos.[1]

Uno de los aspectos que menos se tiene en cuenta a la hora de valorar el esfuerzo y la dificultad que asumen las personas migrantes cuando llegan a un nuevo lugar es la falta de una red de seguridad cercana, ese grupo de personas, ya sea familia de sangre o elegida, que siempre tiene una ayuda que ofrecerte. Las personas migrantes suelen dejar atrás a sus familias y amigos en busca de una vida mejor. Esta falta de apoyo emocional y social puede generar sentimientos de soledad y aislamiento, dificultando su bienestar general. La falta de esta red hace que, en caso de necesitar apoyo, se agrave la situación de vulnerabilidad.

Por último, pero no menos importante, está la persistencia del racismo y las discriminaciones en la sociedad española. La falta de una ley Antirracista que persiga estas actitudes hace que los esfuerzos por promover la igualdad no sean suficientes, y que muchos migrantes sigan siendo víctimas de prejuicios y estereotipos negativos que perjudican sus oportunidades laborales y perpetúan su situación de desadaptación en la sociedad.

Es urgente y fundamental que la sociedad española tome conciencia de estas dificultades, trabaje conjuntamente para superarlas, y regule y promueva políticas inclusivas de igualdad de oportunidades para todas las personas, independientemente de su origen o estatus migratorio, assolint una sociedad más justa para todos. Solo así podremos construir un futuro en el que la migración sea vista como una oportunidad y no como un obstáculo. Porque no basta con no ser racista, sino que se debe ser antirracista, y como decía Bob Marley: «Las guerras continuarán existiendo mientras el color de la piel sea más importante que el de los ojos».


[1] https://www.inclusion.gob.es/oberaxe/ficheros/documentos/Integraciondelapoblacion.pdf